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Es verdad que una lágrima puede humedecer entero el aire del teatro. Y que una voz puede ser puñal mientras otra es caricia. Es verdad que talento y transpiración son cifras de una misma ecuación. Los ensayos de La Traviata son una exhibición de disciplina y disfrute en idénticas cuotas. Los he visto seguir la indicación de un silencio al unísono, aplaudirse unos a otros con admiración genuina al final del movimiento como quien está orgulloso de acompañar y de la compañía. Batuta y manos del Maestro Andrés Orozco-Estrada se deslizan, serpentean, danzan, con certeza intuición e intención. Va más allá de la partitura. Es un hombre que lleva la música adentro, y no es metáfora. Asistimos al momento exacto de la transfiguración y la orquesta es su cuerpo y coro y solistas su voz. Estremecerse es parte de la función. Avanza el ensayo y la disposición geométrica y minimalista de escenario y escenografía toma vida nota por nota, presencia por presencia, el Maestro Pedro Salazar ha concebido una exquisita dirección escénica que nos enseñará una Traviata nunca antes vista así aquí. Algo se desvanece, algo se afirma en el siguiente instante. Anticipo días antes un aplauso que será ovación y que las paredes del Teatro Metropolitano no olvidarán.

La Traviata tal vez sea la más célebre y celebrada ópera en esta latitud del mundo. Les digo que el viernes y domingo Medellín está invitada a renovar esta reputación.

Por:  Juan Mosquera Restrepo

La Traviata Juan Mosquera 3 - Teatro Metropolitano José Gutiérrez Gomez
La Traviata Juan Mosquera 1 - Teatro Metropolitano José Gutiérrez Gomez
La Traviata Juan Mosquera 4 - Teatro Metropolitano José Gutiérrez Gomez

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