Hablar del maestro Luis Fernando…
Hoy los invitamos a leer la visión de uno de nuestros seguidores, Yohan Cristian Barrera Parra, de cómo Medellín entró al circuito de la música clásica en nuestro hemisferio gracias a la gestión adelantada por Medellín Cultural y otras entidades de la ciudad. Buenos datos históricos que nos sirven de referente para saber de dónde venimos y para dónde vamos. Lo pueden encontrar en las redes como: Yohan Cristian Barrera Parra
Por: Yohan Cristian Barrera Parra
La ciudad de Medellín no ha sido ajena a la actualidad de la música clásica en el resto del mundo. Con la labor de la ahora extinta “sociedad amigos del arte” se consiguió que por un periodo de tiempo, nuestra ciudad figurara como una cosmopolis abierta a diferentes propuestas en este formato, logrando que distintas personalidades del medio musical de la época realizaran visitas y ofrecieran recitales dentro de nuestro territorio (Claudio Arrau, J. Heitfetz, Josep Matza, entre otros) esto a su vez propiciaba una oportunidad para que distintos sectores de la ciudad se sintieran partícipes del desarrollo artístico de Medellín, ya que en esos momentos contábamos con un comité muy informado de críticos y columnistas encabezado por Luis Miguel de Zulategui, todos ellos especializados en temas de esta índole, quienes hacían un seguimiento investigativo de cada suceso musical en la ciudad y en el mundo, para luego plasmar en periódicos como El Colombiano, su opinión y posibles soluciones a las distintas problemáticas que conllevaba el estar al frente de la vida musical en el área metropolitana.
Gracias a estas reseñas hoy podemos saber que la primera vez que se ejecutaron en Colombia las sonatas completas para piano de L.V Beethoven fue en el auditorio del Palacio de Bellas Artes, al igual que su opinión sobre la crisis de los compositores soviéticos en el período estalinista, entre otros sucesos de importancia histórica y que hoy reposan en textos que son de fácil acceso para cualquier ciudadano interesado en el tema.
Con la reciente visita de la London Symphony Orchestra a nuestra ciudad, entre otras visitas relevantes como la del compositor polaco K. Penderecky, el cellista estadounidense Yo-Yo Ma, la pianista ucraniana Valentina Lisitsa, entre otros referentes mundiales, vuelve a la mesa el dialogo sobre el lugar que debe ocupar Medellín en la arena musical internacional, iniciativa que fue adelantada en el siglo pasado por un grupo de soñadores que estaban convencidos de que el progreso de una civilización no se mide a partir de la cantidad y tamaño de sus edificaciones, sino por la cultura universal que posea su población, y es ahí donde la música clásica juega un papel fundamental.
Medellín cuenta con recursos intelectuales suficientes para convertirse en un referente internacional, como lo fue durante el siglo pasado. Disponemos de mucho talento humano para la organización de eventos a gran escala y también de generaciones jóvenes que están dispuestas a jugársela por amor a la música, por ese poder transformador del que puede ser capaz.
Como músico y participe de la vida musical de la ciudad, me emociona enormemente saber que la ciudad continuamente hace historia, que este tipo de conciertos (como el de la LSO y el de Penderecky) marcan de forma positiva la ciudad, puesto que nutren constantemente a los músicos que representaran a Medellín en el futuro, al igual que contribuye a formar nuevas audiencias que puedan testificar cómo a través del quehacer musical, la vida puede tener muchas más posibilidades de fluir.
La música clásica es una herramienta que nos permite a los habitantes de esta bella ciudad, demostrar que como sociedad tenemos muchísimo que aportar tanto nacional como internacionalmente, que, al igual que el planteamiento de la Quinta Sinfonía de Mahler, podremos tener movimientos tormentosos y fatales, pero, de alguna manera, esta ciudad y su gente puede resurgir triunfal, teniendo como principal bandera la esperanza, el triunfo de la vida sobre la tenaz verdad de la muerte.
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