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Maestría, fortaleza y sensibilidad de la danza Butō
Los bailarines de esta danza contemporánea, hereditaria de dos tradiciones musicales y teatrales japonesas, el kabuki y el nō, son maestros del cuerpo. Sus movimientos realizados con precisión y ritmo expresan sensibilidades que se pueden apreciar observando la totalidad de sus siluetas, pero también deteniéndose un momento en sus ojos, en sus bocas o en sus manos. Cada parte del cuerpo es un mensaje de emociones. La danza Butō es hoy un arte globalizado que crea fortaleza física y mental en los practicantes que se atreven a expresar agonías, incertidumbres, dolores y tribulaciones, pero también alegrías y ambivalencias.

Sankai Juku es una compañía de danza Butō que crea maestría hace más de treinta años. Ver a sus bailarines es asistir a una experiencia estética profunda y conmovedora. Cada gesto revela sensibilidad, experiencia y fortaleza. La historia de los sentimientos se presenta por medio de los cuerpos que se deslizan sinuosamente y por la efusividad de los rostros que gritan, lloran y se silencian. La fuerza de sus músculos y de su carácter devela el trabajo de prácticas cotidianas repitiendo y sintiendo cada movimiento. La manera como combinan toda esa expresión sensible y corporal con su respiración denota que en ellos hay ingenio y maestría, que, en su director, el septuagenario Amagatsu Ushio, se concentra un saber nutrido por expresiones culturales japonesas cultivadas desde siglos atrás, dando como resultado la existencia de un maestro de danza atemporal.
Amagatsu Ushio nació en 1949, cuatro años después de que dos bombas atómicas cayeran sobre el Japón imperial y beligerante. Creció y se hizo bailarín de danza clásica y moderna mientras sus compatriotas Tatsumi Hijikata (1928-1986) y Kazuo Ōno (1906-2010) creaban la danza Butō como una estrategia artística para pensar y comprender el dolor de aquel holocausto en oriente. En occidente el arte también permitía adentrarse en la tragedia de la guerra, de tal forma que, sin saberlo, Pablo Picasso hacía con sus pinceles lo que los bailarines del Butō harían luego con sus cuerpos. Guernica es también una pieza maestra, como lo son las obras de Sankai Juku. Ambas exorcizan y piensan con arte el acaecer esperanzador de la vida y el devenir absurdo de la guerra. El grupo de danzantes que regresan a Colombia hace parte del diálogo global entre expresiones artísticas e inconformidades sociales que ha tenido, en muchos lugares del mundo, diversas formas de expresarse. El sitio web de la compañía que nos visita por segunda vez en Medellín (https://www.sankaijuku.com) es una manera de acercarse a esa conversación que tiene tantos idiomas, pero un núcleo común: la humanidad que nos habita.
Por: Juan Camilo Escobar Villegas, historiador y educador

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SANKAI JUKU
Martes 8 de noviembre, Teatro Metropolitano, 8:00 p.m.
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